En
noviembre de 2008, después de un intenso debate, entraron en vigor las reformas
a siete leyes relacionadas con PEMEX. Su propósito explícito consistió en la
modernización de la paraestatal, tanto en su administración y su régimen
fiscal, así como la flexibilización de la participación privada en la
exploración, producción, transformación, distribución y comercialización del
petróleo y sus derivados.
Apenas
cinco años después, se anuncia una nueva reforma en materia energética. En este
lapso, el escenario internacional se ha transformado. Destaca en primer
término, la crisis económica mundial, detonada a finales de 2008, de la cual
todavía no pueden sustraerse los países más desarrollados. Al principiar 2009,
inició su gestión el Presidente Barack Obama, quien definió como prioridad la
autosuficiencia energética de los Estados Unidos, con base en una más eficiente
explotación de los hidrocarburos, pero también mediante el desarrollo de
fuentes no convencionales de energía.[1]
En tanto, en México la producción petrolera ha continuado descendiendo y las
importaciones de gasolinas, aumentando. En consecuencia, el PND 2013-2018
establece como línea de acción central la modificación del marco institucional
“…para ampliar la capacidad del Estado mexicano en la exploración y producción
de hidrocarburos, incluidos los de yacimientos no convencionales como la
lutita…”. En buen castellano, esto significa la promoción de una reforma
constitucional que modifique la distribución de la “renta petrolera”.
¿Qué
habremos de decidir los mexicanos? Si compartimos con empresas y empresarios
privados los rendimientos económicos de PEMEX. El petróleo que está en el
subsuelo –sea tierra o mar- tiene que ser extraído; eso cuesta. Desde luego que
uno de los secretos más bien guardados son los costos de producción por campos
y en promedio, de los 2 millones 518 mil barriles diarios que se extraen
actualmente.[2]
Pero podemos hacer una estimación. Cuesta un promedio de 8 dólares (más en
campos maduros, si hay que inyectar nitrógeno, por ejemplo; menos en campos
nuevos, ). Si el precio promedio de exportación de barril de petróleo en
febrero de 2013 fue de 101.04 dólares, esto significa que 93 dólares por barril
es la renta petrolera. ¡Esto es lo que nos proponen que compartamos con las
compañías privadas que vendrían a invertir en petróleo! Con todas sus
deficiencias y vicios, la renta petrolera se distribuye vía el PEF hacia todos
los mexicanos. ¿No consideran más adecuado y justo corregir los vicios y defectos
de la operación de la empresa, realizar las inversiones necesarias para que
funcione mejor, antes que permitir la apropiación privada de esa renta?
LA OTRA VISIÓN
Sí es
posible modernizar a PEMEX, fortalecer al Sector Energético (sin olvidar a la
CFE), mantener la Soberanía nacional sobre sus recursos naturales y articular
los intereses económicos del país con los de un mundo globalizado, si no
perdemos de vista tres premisas: a) el petróleo es de todos los mexicanos y
debe seguir siéndolo; b) el Estado es el responsable de la correcta y eficaz
explotación de este recurso; c) los particulares participan, pero no deberán
controlar ningún tramo del proceso de explotación. Este seguirá siendo
exclusivo del Estado, a través de PEMEX.
Hay
que enfrentar una realidad: a corto plazo: cualquier cambio en la condición de
PEMEX pasa por una reforma fiscal profunda, de carácter integral, que tenga
como eje la liberación gradual de los ingresos públicos de la actual
dependencia de los ingresos petroleros. En consecuencia, debe diseñarse un
programa de saneamiento financiero de PEMEX. Durante muchos años, la empresa ha
contribuido al equilibrio de las finanzas públicas, lo que ha incrementado su
vulnerabilidad. Abrir a la inversión privada sin considerar esta situación sería
prácticamente entregar la soberanía energética a las grandes transnacionales
del petróleo.
Es
indispensable la aplicación de una política de Estado en materia energética,
que abarque las diversas fuentes de energía: renovable y no renovable; combustibles
fósiles, hidráulica, eólica, solar, geotermia, biomasa. Que tenga como
principios básicos la sustentabilidad y el respeto al medio ambiente. Habrá que
ponderar cuidadosamente las consecuencias ambientales de la explotación del gas
“shale”, por ejemplo.
En
refinación y petroquímica básica, debe disminuirse la dependencia de las
importaciones de gasolinas y refinar en el país el crudo pesado tipo Maya. Al
menos, concluir la construcción de la
tan publicitada nueva refinería de Tula.
Dulce María Sauri Riancho
[1]En particular
destaca el denominado “gas shale”, gas “pizarra” o “esquisto”, que incorpora
una nueva fuente energética disponible también en México (cuarto país en
reservas mundiales, después de Estados Unidos, China y Argentina).
[2]En abril de 2013, la producción
de crudo disminuyó 1.0% respecto al año anterior. De los 2 millones 518 mil
barriles diarios, el 50% (1 millón 275 mil.4 barriles diarios) son de
exportación, el 75% a Estados Unidos. Tomado de: http://www.sener.gob.mx/res/380/Prontuario.pdf (consulta:
4 julio 2013). Precio promedio de la mezcla mexicana de 86 dólares, según el
Paquete Económico 2013. http://www.shcp.gob.mx/documentos_recientes_bliblioteca/comunicado_088_2012.pdf
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Exponente 5: Ruby Betancourt Moguel
Respetables integrantes de la Academia Liberal de
Yucatán,
Invitados que nos honran con su presencia,
“Corresponde
a la Nación el dominio directo de todos los recursos naturales de la plataforma
continental y los zócalos submarinos de las islas… el petróleo y todos los
carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos.” Art. 27 Constitucional.
Una vez
más como mexicanos estamos inmersos en un tema de discusión que no tiene razón
de ser ya que nuevamente los representantes del pueblo y los gobernantes que
después de ocupar sus cargos se ven obligados a cumplir con acuerdos
previamente establecidos con los grandes consorcios y gobiernos de países
extranjeros para entregarles una parte de nuestro territorio nacional.
Hoy,
como modernos Antonio López de Santa Anna, José María Gutiérrez Estrada, José
Manuel Hidalgo, Francisco Javier Miranda, Antonio Escandón y Joaquín Velazquez
de León, tenemos a un grupo de legisladores tanto en la Cámara de Diputados
como en la de Senadores, a miembros del gabinete del gobierno federal, a un
Presidente de la República y a un maquiavélico artífice de la política
neoliberal de nuestro país que desde 1988 no ha dejado de manejar los destinos
de nuestra patria para su beneficio personal y el de otras naciones.
Bien se
dice que quien no conoce la historia de su país está destinado a repetirla, y
tal parece que esa es la realidad que estamos viviendo en nuestros días, pues
ya se ha olvidado lo que la Compañía Mexicana de Petróleo El Águila, S. A., la
Compañía Naviera de San Cristóbal, S. A., la Huasteca Petroleum Company y otras
de triste recuerdo le causaron a nuestro país cuando inmisericordemente explotaron nuestro petróleo a vista y
paciencia de las autoridades que recibieron amenazas de invasión militar
extranjera a nuestro territorio mexicano.
Compañías
que saquearon el petróleo mexicano, que explotaron trabajadores pagando sueldos
miserables, que bajo engaños o por la fuerza obligaron a miles de campesinos a
ceder sus tierras para perforar más pozos petroleros, que reportaban baja
producción o pérdidas con el fin de evadir el pago de impuestos.
El
Presidente Cárdenas en su discurso a la nación el 18 de marzo de 1938 dijo: “Es
el interés social de la clase laborante en todas las industrias del país la que
lo exige. Es el interés público de los mexicanos y aún de los extranjeros que
viven en la República y que necesitan de la paz y de la dinámica de los
combustibles para el trabajo. Es la misma soberanía de la nación, que quedaría
expuesta a simples maniobras del capital extranjero, que olvidando que
previamente se ha constituido en empresas mexicanas, bajo leyes mexicanas,
pretende eludir los mandatos y las obligaciones que les imponen autoridades del
propio país. Se trata de un caso evidente y claro que obliga al Gobierno a
aplicar la Ley de Expropiación en vigor, no sólo para someter a las empresas
petroleras a la obediencia y a la sumisión, sino porque habiendo quedado rotos
los contratos de trabajo entre las compañías y sus trabajadores, por haberlo
así resuelto las autoridades del trabajo, de no ocupar el Gobierno las
instalaciones de las compañías, vendría la paralización inmediata de la
industria petrolera, ocasionando esto males incalculables al resto de la
industria y a la economía general del país.”
Olvidando
lo que sucedía hace casi cien años, hoy se argumenta que la Reforma Energética
es necesaria para el desarrollo del país, ya que gracias a ella habrá mejor
educación, mejores servicios de salud y mejorará la economía nacional pero
olvidan que las compañías extranjeras tiene exención de impuestos, estímulos
fiscales, causan contaminación ambiental pues no hay responsabilidad social,
pagan bajos salarios pues se trata de obtener el mayor beneficio al menor
costo, e impiden a los trabajadores la conformación en sindicatos, entre otros
problemas.
En unas
semanas más, las Cámaras de Diputados y Senadores votarán para modificar el
Artículo 27 Constitucional, la Ley de Petróleos Mexicanos, sobre todo en sus
artículos 50, 55 y 60, y presentarán al país las llamadas reformas energéticas
para abrir las puertas a Exxon Mobil, Royal Dutch Shell, Petro China, Chevron,
British Petroleum y otras más para que ingresen al país a explotar nuestro
petróleo a grandes profundidades, a ser las dueñas de la industria petroquímica
y a llevarse las ganancias de la explotación petrolera.
Bajo el
paraguas del Pacto por México se habrá de votar por amplia mayoría la
aprobación de tales reformas sin que sean escuchadas las voces que realmente
expresan el peligro al cual está yendo nuestro país. Desde ese punto de vista
para quienes nos oponemos a la privatización de PEMEX, la causa la tenemos
perdida. Pero no nos desamimemos, todavía tenemos mucho qué hacer. Recordemos
que de los legisladores, al menos 300 de ellos en la Cámara de Diputados son
representantes del pueblo y todos los Senadores son representantes de sus
Estados. No importa si no voté por el diputado que representa a mi distrito,
por el simple hecho de ser el diputado de mi distrito es mi representante y
está obligado a escucharme y llevar mi voz a la Cámara.
Tenemos
la oportunidad de hacer oír nuestra voz y pedir a otros ciudadanos que hagan
oír su voz ante nuestros representantes. Para que lleven la voz del pueblo, no
la de su partido o la del Pacto por México. El verdadero ejercicio de la
democracia no está solamente en el momento de ejercer el voto, sino cuando
nuestros Diputados y Senadores actúan como representantes del pueblo. Debemos
ser voceros que informen a la sociedad los peligros de la reforma energética,
venzamos con el uso de las redes sociales y con cualquier medio posible la gran
propaganda de desinformación que se hace en los medios de comunicación que una
vez más están sometidos a la voluntad del gobierno en turno para exigir a los
diputados a representar dignamente al pueblo.
Desde
esta tribuna exhorto a mis compañeras y compañeros de la Academia Liberal de
Yucatán, y a quienes esta mañana nos visitan, para que sumemos esfuerzos,
seamos voceros hacia nuestras familias, amistades y conocidos la necesidad de
preservar nuestros recursos energéticos.
En el
pasado hubo los que fueron a Miramar a ofrecer el país a un archiduque, hoy,
hay los que van a otros países a ofrecer nuestra riqueza petrolera, Academia
Liberal de Yucatán, seamos como Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada, Melchor
Ocampo y muchos liberales más del siglo XIX, que con la palabra hablada y
escrita y con la razón defendieron la soberanía nacional sigamos hoy su
ejemplo, para bien de la patria y para las generaciones futuras.
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El Estado transnacional y la riqueza mineral de la
península de Yucatán
Iván Franco
Introducción
La
inserción de la península a la economía global se dio de forma intensa con la
explotación del henequén en la región central de Yucatán a partir de 1860,
proceso económico de integración que se expresó para las otras entidades sólo
hasta avanzado el siglo XX con el impulso de la pesca, la producción de
petróleo (Campeche) y el turismo (Quintana Roo); Campeche, pese a todo, jugó
desde la etapa colonial un papel relevante en el suministro de materias primas
como el palo de tinte a la economía europea. Y Quintana Roo, después de varias
fases de expoliación de sus bosques y maderas preciosas durante el siglo XIX e
inicios del XX, dio el gran salto a la integración mundial mediante el
desarrollo de complejos turísticos como Cozumel (1950), Playa del Carmen
(1960), Cancún (1970), y la Riviera Maya (1980 en adelante).
El turismo, renglón de importancia solo a partir de
la primera mitad del siglo pasado tiene ahora gran peso en la dinámica
económica de toda la región peninsular. Su relevancia como fenómeno global está
en función de que el nuevo modelo “eco-turístico” que se promueve en la lógica
del Estado transnacional amplifica la vieja tendencia de despojo de tierras a los
pueblos originarios mediante nuevos parámetros ecocidasy dentro de la órbita
global de gran impacto económico, social, ecológico y cultural.Esto, porque
implica que grandes sectores rurales emigren hacia los grandes polos citadinos
internacionales o bien a los nuevos “núcleos” de desarrollo locales básicamente
hoteleros y turísticos. La tierra y el mar han sido así, por excelencia, fuente
de riqueza en toda la extensión peninsular. Por eso la tendencia secular al
despojo de la propiedad comunal y ejidal se agudizó a raíz de que los procesos
de integración a la economía global se intensificaron en el siglo XIX y se
agudizaron a fines del siglo pasado con el descubrimiento de nuevas riquezas
minerales en el subsuelo peninsular y plataforma continental, respectivamente,
entre ellas desde luego el petróleo. Veamos.
El
siglo XX
Los
procesos de integración de la península de Yucatán se han proyectado desde la
instancia federal del Estado neoliberal[1] y
transnacional mediante políticas públicas orientadas a estimular inversión
local y nacional(Inversión Extranjera Directa o IED[2] e
Indirecta o IEI) y, en general, con la apertura comercial en condiciones de
inequidad para las miles de empresas de subsistencia regionales. Por tal motivo,
con la actual fase de transnacionalización de la economía mexicana (1994-2013),
está en construcción una suerte de frontera marítima meta-constitucional en prácticamente
toda la costa del Golfo de México. En esa construcción virtual pero
trascendente de una frontera geopolítica “subterránea” juega un papel decisivo
el descubrimiento de dos grandes cuencas petrolíferas en los llamados hoyos de
dona del Golfo de México. Así, con la proyección y promoción del potencial de
esas riquezas bioenergéticas se está dando entrada a capitales financieros
nacionales e internacionales en sectores de servicios, comercio, industrias
extractivas o en la llamada industria sin chimeneas como el turismo y, en
general, a inversiones orientadas a la explotación de recursos naturales
diversos.
En consecuencia, con la importancia que en un futuro
cercano se dará a la extracción de petróleo y gas natural en los llamados hoyos
de dona y demás fuentes del Golfo de México, un importante volumen de empresas
y capitales extranjeros está “invadiendo” (o proyectando hacerlo) toda el área
costera peninsular;están montándose en la vieja lógica colonial de apropiación
y expoliación de la tierra a sus antiguos dueños. Pareciera que se están
adelantando a un proceso aún más agresivo de ampliación de los intereses del
Estado y capital transnacionales, con todas las implicaciones de carácter
geopolítico y geo-militar que el nuevo fenómeno implica en términos de
soberanía territorial. Esto pese también a que el grueso de la economía y
relaciones laborales en la península se encuentra en las micro, pequeñas y
medianas empresas, por lo que el desarrollo y predominio de empresas grandes
(nacionales y extranjeras) impone día a día una lógica de integración desigual
al mercado global; de acuerdo a estudios para el área de Yucatán, esa tendencia
hegemónica está arrinconando a la subsistencia, al rezago y a la debacle a esa
amplia franja económica.[3]
Zona
geoestratégica
El
objetivo general de esta reflexión es entonces identificar las fortalezas y
características de los desarrollos e implantación de empresas multinacionales
en la zona, sea en territorio firme como en el mar, en litorales costeros y en
ciudades o localidades consideradas estratégicas por fuerzas e intereses capitalistas
diversos ligados al gran Estado transnacional.Hemos básicamenteabarcado un
periodo en el que no de gratis se han establecido acuerdos multilaterales del
tipo del Tratado de Libre Comercio (1994), el Plan Puebla Panamá (2001-2006),
el Acuerdo para el Libre Comercio (ALCA, 2005), la Iniciativa Mérida (2007), el
Plan México (2006), y la llamada Alianza para la Seguridad y Prosperidad de
América del Norte (ASPAN, 2007). Todos se han pactado en el contexto de
descubrimiento de un subsuelo costero peninsular con grandes reservas de
petróleo, gas natural, iridio, oro, diamantes y manganeso, en los que las
investigaciones y resultados del impacto meteórico de hace 66 millones de años
jugó un papel primordial.
Esos planes y acuerdos reflejan así dinámicas transnacionales
que tienden a agudizar el proceso de integración económica de la península (y
de México) al gran mercado mundial bajo predominio norteamericano y no excluye
la concurrencia relevante de intereses europeos y asiáticos. Sin dejar de lado
la revisión del estado actual de las políticas ecológicas y/o culturales de
México en especial, nuestra meta específicaes generar líneas de reflexión y
posturas críticas como la abierta por este Foro que permitan analizar la
modalidad del proceso de integración transnacional de la península que impulsa
el Estado de 1988a la fecha con base a la venta al mejor postor de sus riquezas
naturales, incluido desde luego el oro negro. Proceso que
desde luego, cuando se mira con detenido escrutinio, subyace en políticas
públicas y privadas neoliberales dentro del marco de los acuerdos
multilaterales internacionales que apelan a la consecución de desarrollo,
crecimiento, seguridad y prosperidad económicos generales desde los años del
TLC, el PPP y el ASPAN.[4]
La concentración de riqueza mineral que se encuentra
en el subsuelo de toda el área peninsular de Yucatán (estudiada por países
desarrollados a lo largo de 1985-2006) dio paso a las firmas multinacionales de
Tratados entre EEUU, Canadá y México desde el año 1994 con el TLC. Como México,
pese a la notoria dependencia económica y política hacia los EEUU ha sido
renuente al establecimiento de bases militares en su territorio, dicho país
diseñó una geopolítica con base a los intereses de la gran órbita
transnacional. Esta consiste, en parte, en el establecimiento de bases militares
en casi todos los países del área de Centroamérica con lo que, en los hechos,
se ha definido una frontera militar, marítima y comercial que deja en claro: a)
que la riqueza de los recursos del área Golfo-Península de Yucatán quedan
formal y de facto bajo el resguardo del Estado policial norteamericano, y b)
que se establece una frontera militar sobrepuesta a los propios Tratados
Internacionales regulatorios de las 200 millas náuticas tal como se vio con el
acuerdo EEUU/Inglaterra para explotación irregular de petróleo en aguas
profundas en 2008. El descuido e irregularidades con que ambas potencias
signaron ese acuerdo dio como resultado la explosión y contaminación del Golfo
de México con la explosión de la plataforma DeepWaterHorizon
en abril de 2010.
Conclusión
Como
se puede observar, si bien el petróleo es una de las riquezas naturales que
puede terminar en manos de las grandes empresas transnacionales, en los hechos,
la política global definida por EEUU (asumida por el Estado mexicano), abarca un
espectro mucho más amplio de explotación y expoliación de la riqueza natural
diversa que desde luego implica, al menos en la zona: a) pérdida de control
territorial, b) sumisión a los grandes intereses transnacionales del Estado y
la clase política mexicana, y c) pérdida de soberanía nacional de cara a un
proceso global en la que los partidos políticos y la sociedad no están
reparando en sus dimensiones catastróficas de identidad, ecológicas y
autonómicas. Esto sin descontar, por ejemplo, las más de 4000 concesiones que
el Estado mexicano de los sexenios de Fox y Calderón, otorgó a empresas mineras
canadienses que literalmente están destruyendo grandes áreas naturales y
culturales de México. Pastel global para las transnacionales globales. Muchas
gracias.
[1]Enrique
Montalvo Ortega, Neoliberalismo. La
Dictadura (Realmente) Perfecta, México, Ed. Ariel/INAH, 2013.
[2]Pablo Mejía Reyes, “La inversión
extranjera directa en los estados de México”, En: Coloquio La Economía del Estado de México en el contexto del siglo XXI, El
Colegio Mexiquense/CIDE, diciembre 2002. En función de los distintos intereses
económicos y sociales, en cada una de esas entidades se manejan distintos tipos
de política en materia de turismo costero y patrimonio cultural. En términos
generales, puede decirse que la implementación de los desarrollos turísticos en
los municipios y comunidades con atractivos naturales y culturales es debido a
la crisis económica permanente y a la extrema necesidad de los Estados de
captar fondos públicos y divisas extranjeras para movilizar las economías.
[3] Alberto Quintal Palomo, Desarrollo estratégico de la pequeña
empresa. Impulso a la economía de Yucatán, Ed. UADY, México, 2005, en
particular los Caps. IV y V.
[4] Armando Bartra (Coord.), Mesoamérica. Los ríos profundos:
Alternativas plebeyas al Plan Puebla Panamá, El Atajo Ediciones/Fomento
Cultural y Educativo, A.C./Red Mexicana de Acción frente al Libre Comercio
(RMALC)/CASIFOP, A.C./ANEC/CCECAM/SEMAPE CEN PRD, México, pp. 113-132 y
133-214.
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CUATRO
TEMAS A CONSIDERAR ANTES DE LA REFORMA DE PEMEX
José Luis Sierra V.
Cualquier
propuesta que vaya dirigida a cambiar la constitución, la administración o la
operación de PEMEX, debiera ser abordadadesde una perspectiva global, que sea el
interés nacional el que fije fundamentos, marque límites y alcances. La reforma
de PEMEX debe ser atendida como reforma del sector energético (C.F.E. incluida,
por tanto) que exige una definición en dos temas que hasta hoy han sido
tratados como suplementarios, cuando debieran ser rectores. Uno es el de la
transición energética y el segundo, la seguridad energética. Recurro al
economista Jorge Navarrete para definir estos conceptos.
La
transición energética es un proceso que conduce a
sustituir y, a menudo, diversificar las fuentes primarias de energía que
utiliza un país. Se trata de sustituir gradualmente los energéticos fósiles por renovables, hacia un balance energético más económico,
eficiente y favorable al ambiente.
Por seguridad energética
se entiende la capacidad de un país para satisfacer la demanda nacional de energía, en el
presente y por un periodo razonable hacia el futuro, que suele medirse por
decenios. El concepto de seguridad energética es inseparable de la racionalidad
y sustentabilidad del consumo.
Petróleos Mexicanos (PEMEX) genera
los recursos financieros suficientes para impulsar su desarrollo y producir una
renta en beneficio de la sociedad mexicana.La paraestatal ha sido asfixiada por el régimen
tributario al que ha estado sujeta.
Los pagos por impuestos y derechos que realiza PEMEX cada año,
representan en promedio el 40% de los ingresos fiscales del gobierno federal.
El llamado “equilibrio de las finanzas públicas” se logra fundamentalmente
gracias a que PEMEX –igual que la CFE-
entrega casi el 60% de sus ingresos al fisco. En otras palabras, los recursos
de PEMEX le permiten al gobierno presentar finanzas públicas “sanas”, lo que
tiene un impacto positivo en los precios y, por consiguiente, en mantener a
raya la inflación.
No hay voluntad política por parte de quienes gobiernan, para
instrumentar una reforma tributaria que grave al que más tiene y liberar a
PEMEX los recursos para su propio crecimiento. Cualquier reforma para hacer de
PEMEX una empresa rentable y competitiva debe incluir:
a).- Disminución de los impuestos y derechos que están en la raíz del
problemas.
b).- Capitalización que le permita a PEMEX disminuir su pasivo y
solventar su pasivo laboral.
c).- Retención de utilidades quele permita operar con la lógica empresarial,
disponer de los recursos necesarios para su operación y la adquisición de
tecnología y el equipo adecuado, los que reclama una petrolera moderna y
eficiente.
Algo similar a lo que
se quiere hacer con el petróleo sucedió ya con la minería. Antes, los minerales
eran de la nación, pero se modificó la Constitución para concesionarlos a
particulares, y hoy día sus precios internacionales son estratosféricos, generan
una gran renta para esos inversionistas y un ingreso marginal para el país.
El argumento que se esgrime para
legitimar la apertura al capital privado es fortalecer a PEMEX, pero optan por
robustecerlo compartiendo la RENTA de la actividad petrolera con el capital privado
que participara en esa “reconversión” del monopolio petrolero. Es cierto, en
estricto sentido no se trata de una PRIVATIZACIÓN, ni de las reservas, ni de
los activos de PEMEX.
La renta petrolera es la diferencia entre el valor de los
hidrocarburos que se extraen del subsuelo, medidos por los precios
internacionales, menos el costo de producción. Hagamos un ejercicio muy
elemental: si en estos momentos cada barril cuesta alrededor de 100 dólares, y
el costo agregado de su producción, desde los estudios prospectivos hasta su transportación
final alcanzan 15 dólares por barril; los 85 dólares restantes constituirían la
RENTA. Los inversionistas buscan desesperadamente participar en cualquiera de
las fases de extracción, procesamiento o distribución, pero no cobrar la parte
que les correspondería de los 15 dólares sino quedarse con una proporción de
los 85. Esta es la nueva lógica que ha sabido trasladar el capital de la
“economía virtual” a la economía real, la de las inversiones y las ganancias,
sin propiedad material, sí, pero también sin cargas laborales ni riesgos.
Es importante darse cuenta de que la participación en
el capital de PEMEX no es prioritaria para los inversionistas privados a
quienes no resulta atractivo comprar acciones de una empresa cuyos activos
están financiados en más de un 95% por pasivos caros, lo que la coloca
virtualmente en quiebra; una empresa que está sujeta a un régimen fiscal
confiscatorio; que tiene un pasivo laboral sumamente gravoso, sujeta a
decisiones políticas; que no ofrece la expectativa del pago de dividendos y en
la que tendrían posibilidad de influencia muy reducida en calidad de accionista
minoritario.
Esto no
quiere decir que la privatización de PEMEX haya dejado de ser un objetivo para
los intereses petroleros internacionales, sino que su interés se centra en adquirir su petróleo y no sus acciones, en
lograr los beneficios de la privatización a través de contratos y permisos y no
de dividendos, de obtener información y ejercer vigilancia a través de mecanismos
de bolsa o mediante instrumentos marginales, como los “bonos ciudadanos”, sin
necesidad de tener en sus manos acciones de dudoso valor financiero.
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Exponente 5: Ruby Betancourt Moguel
El petróleo y la
economía del desperdicio
Ruby Betancourt
Moguel
En 1957 escuché al
Maestro Don Jesús Silva Herzog -de quien tuve el privilegio de ser discípula-
decir que era indispensable considerar que el petróleo mexicano, patrimonio del
pueblo, en algún tiempo dejaría de ser necesario, fundamental, como producto
generador de energía, como insumo
alimentador de los procesos productivos y como producto de consumo en el mundo
entero. Nos dijo que ya se conocían otras formas de generar energía, tales como
la fuerza nuclear, la de los vientos y movimientos marítimos o eólicos, entre
otros. Creo que, tratándose de un bien no renovable y tan costoso para el
consumidor y para la planta industrial de México, sería bueno recordar sus
palabras.
De entonces a la actualidad
se han desarrollado técnicas que comprueban su dicho. Parece, sin embargo, que
somos renuentes a considerar factible la energía atómica. Por el contrario
consideramos que esa podría llegar a ser la fuente más viable de generación de
energía en nuestro país y en el mundo entero. Las otras posibilidades, tales
como el viento, las corrientes marinas y
la energía solar ya han probado su factibilidad y, si bien las palabras del
Maestro Silva Herzog continúan vigentes, han pasado muchos años antes de que su
visión se realice plenamente, en virtud del sistema económico de desigualdad,
imperante en nuestros días. Baste señalar que según los expertos más
calificados, un 4% de los desiertos bastaría para obtener toda la energía
necesaria para el mundo entero y nosotros no nos podemos quejar de falta de
territorios desérticos.
Pero aquí y ahora
hablamos de la empresa Petróleos Mexicanos, de su pésima administración y
fuente de recursos para el gasto irracional del gobierno mexicano. Tal vez mis
puntos de vista pequen de simplistas pero considero que, antes de discutir
airadamente si se le permite o no tener acceso a empresas privadas, sean
nacionales o extranjeras, debiéramos pensar en la opción aparentemente
insalvable de eliminar el sistema fiscal que rige a PEMEX, empresa que ha
llegado al absurdo de entregar, descapitalizándose, hasta el 120% de sus
“utilidades” como aportación al gasto gubernamental, sobre todo al absurdamente
elevado gasto corriente. Si PEMEX hubiera
pagado los impuestos que le corresponden como cualquier empresa limpiamente
administrada, ya hubiera sido posible construir toda la planta industrial de
refinamiento y si no hubiera sido la empresa más deficientemente manejada del
país, se hubiera aprovechado el gas que se quema, mientras los mexicanos
pagamos cada vez más por la gasolina y el gas y, en consecuencia, por todos los
bienes que insumen energía.
Estamos lejos del
l938 y de esa idílica estampa en la que el pueblo de México se volcó a las
calles en apoyo al General Lázaro Cárdenas tras la expropiación petrolera, pero no tan lejos como para considerar la
necesidad de permitir la inversión extranjera directa en un mundo en el que
traga más pinole el que tiene más saliva, en un mundo, en el que impera la
injusticia. Nos preguntamos si un país, ya no digamos sano, sino aceptablemente
equitativo, puede ponerse a las patadas con Sansón y es claro que no. Pero lo
que sí debiera ser posible, por difícil que parezca, es erradicar la corrupción
que avasalla a nuestro país y, en el caso que estamos considerando de la
explotación petrolera y todos sus procesos, desde la exploración, hasta la
comercialización interna y externa. Después, aunque no lentamente, considerar
si contamos con los recursos económicos, tecnológicos, humanos para aprovechar
satisfactoriamente algo que es tan
nuestro como nuestro subsuelo. Es posible que tengamos reservas petroleras más
allá de lo que está calculado, pero repetir la historia del pozo Cantarell tan
sólo conduciría no sólo a una perjudicial decepción, sino a un craso error que
implicaría contaminación, inflación, corrupción e injusticia.
Los mexicanos no
tenemos una cultura de utilización racional de recursos. Los países en
desarrollo, como se nos dice eufemísticamente para no decirnos como antes
“subdesarrollados”, hemos adoptado también un esquema económico del desperdicio
como lo hacen algunos países más boyantes que el nuestro. Tiramos a la basura
nuestros recursos, cuando los tenemos y hemos caído en la trampa de una
economía del desperdicio, de una obsolescencia programada: ya no se puede
componer una plancha, un horno, unos zapatos, una lámpara o sustituir una pieza
de cualquier producto más “sofisticado” como incorrectamente se les dice, tales
como una computadora o un aparato de televisión o de sonido. Ahora hay que
sustituirlos por uno nuevo que, a su vez, esté paradójicamente programado para
ser obsoleto o inservible. Este comportamiento social es atribuible a los
productos energéticos. Por ejemplo, se modifica el horario nacional para
ahorrar energía pero las luminarias de la calle quedan encendidas mientras hay
luz natural. Impera una economía del desperdicio que daña al consumidor de
cualquier clase. Necesitamos un re educación social como consumidores.
En
resumen se propone: aplicar un nuevo régimen fiscal para PEMEX; erradicar la corrupción y racionalizar el
consumo. Tal vez es demasiado simple pero no estaría de más intentarlo y, a una
nueva luz, decidir si resulta necesaria la inversión privada, sin paradigmas
ideológicos
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Exponente 6: Jorge Luis Canché Escamilla
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FOTOGRAFIAS:
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Exponente 6: Jorge Luis Canché Escamilla
Petróleo: Patrimonio de la
Nación
La reforma
energética ha generado un sinfín de comentarios, creando una controversia que
se discute en el ambiente nacional, más no en el plano local, esto es, en
nuestra entidad. Por eso resulta oportuno que la Academia Liberal, haya asumido
está tarea, dando lugar a este foro, que permite dar a conocer algunos puntos
en relación al tema referido. Es conveniente mencionar también que a este
respecto la academia como los organismos gremiales han dado una postura en relación a la Reforma Energética de México,
principalmente lo relacionado con PEMEX.
Los puntos
siguientes tienen que ver con estás posturas, en particular con la del maestro
David Ibarra, quién es presidente del Comité Editorial de la Revista
ECONOMIA/UNAM.
1.- Antes de
ello, con viene señalar que: El salvamento de de PEMEX no solo debe de verse en
el sentido de los negocios sino como parte viva de la lucha de los mexicanos
para decidir en libertad su destino común, sea en términos económicos o
políticos.
Considerar que
sin la renta petrolera, no es explicable la industrialización, la salida del
feudalismo de campo, la construcción del mejor sistema latinoamericano de
carreteras o el gasto social de los gobiernos.
2.- En los
hechos la privatización total de PEMEX debe ser vista, hoy por hoy una locura,
una imposibilidad económica y una locura política.
Basta recordar
que PEMEX aporta un 40% de los ingresos del Gobierno Federal, de hacerse habría
que emprender varias reformas tributarias semejantes al impuesto Empresarial a
Tasa Única (IETU) para compensar la pérdida de ingresos impositivos. O bien
habría que convencer a los inversionistas prospectivos a soportar una carga
tributaria que les cercenase todas las utilidades y algo más. Cómo ocurrió con
la desaparición del patrimonio contable de PEMEX.
3.- Los ingresos
petroleros se han usado como tranquilizante político de las entidades
federativas, cuyas participaciones en la bolsa fiscal dependen entre el 25 y el
34% de la renta petrolera.
4.- Asimismo, las
divisas aportadas por PEMEX tienen la función de equilibrar y regularizar
oferta y demanda en el mercado de divisas.
5.- Según
reconoce el diagnóstico de la Secretaría de Energía y múltiples declaraciones
de funcionarios públicos “no se trata de privatizar a PEMEX” ni vender sus
activos o infraestructura por cuanto el petróleo es y seguirá siendo de los
mexicanos”. De esta manera se busca reubicar el verdadero campo del debate y
eludir los costos políticos que el hilo de la expropiación petrolera ha impreso
en la conciencia ciudadana.
6.- Realmente
PEMEX requiere imperativamente de socios, alianzas o asociaciones con empresas
del exterior con quienes compartir la renta petrolera. Las justificaciones a la
participación privada han venido mutando de ropaje con el tiempo y los avatares
políticos.
a)
Al comienzo se adujo la falta
de recursos financieros nacionales --- se tiene altísimas utilidades antes de
impuestos de PEMEX.
b)
Luego al argumento de un atraso
tecnológico que fuerza la apertura a empresas extranjeras con olvido de que la
tecnología petrolera es conocimiento maduro, adquirible en los mercados
internacionales.
c)
Otros argumentos han provenido
de la comparación con otros países asociados en negocios de riesgo como Brasil
o Noruega. Se olvida que son naciones con instituciones muy diferentes y con
una carga impositiva alta, casi inimaginable en México.
d)
Por último, se menciona el
deterioro de la capacidad de Pemex en concebir, ejecutar y administrar
proyectos de gran envergadura sin ayuda cooperativa externa. No se ahonda en
precisar las causas de ese debilitamiento ni se justifica porqué e vez de
adquirir servicios externos, se ha de dar participación en las utilidades
petroleras futuras a empresas asociadas.
7.- Al parecer
no se quiere la simple adquisición de know how, servicios o insumos
susceptibles de contratarse en los mercados internacionales. En contraste, no
parece haber reparo en aumentar el número de participantes en el reparto de la
renta de las actividades petroleras, si con ello el fisco mexicano puede seguir
tomando fondos expoliatorios del sector petrolero, en sustitución de una
verdadera reforma tributaria.
8.- En lugar de
encarar los problemas fundamentales de la industria petrolera que se resume
en cuestiones tributarias financieras,
se recurren a racionalizaciones con tintes ideológicos: Pemex está debilitado
en los hechos, para salvarlo hay que reanudar el proceso de privatizaciones
parciales.
A tal propósito
y al de multiplicar los negocios de particulares, se cedieron las operaciones
de compra y transporte de gas, la venta de las instalaciones petroquímicas, se
firmaron los contratos de servicios múltiples, se permitió el desplazamiento
del Instituto Mexicano del Petróleo por servicios foráneos de asesorías y el
outsourcing de otras funciones –alquiler de barcos, plataformas, vehículos e instalaciones- que
constituyen otras tantas instancias de la fragmentación deliberada de la
empresa más importante del país.
9.- El
patrimonio y la fortaleza de Pemex se ha debilitado en extremo hasta impedirle
desempeñar sus viejas funciones desarrollistas. Hoy, apenas cumple con las
tareas menores desequilibrar presupuestos y balanza de pagos y, eso, de modo
cada vez más precario por no resultar sostenible a largo plazo.
10.- El problema
de fondo –del que se han derivado muchas dificultades-, se refiere al abuso
indiscriminado de los ingresos petroleros para sanear desequilibrios crónicos
en las finanzas públicas. Las presiones ascendentes del gasto público se han
satisfecho poco con impuestos y mucho con las rentas petroleras. Esa
transferencia de ha llevado al extremo de eliminar prácticamente el patrimonio
contable de Pemex.
La absorción
masiva de las rentas petroleras ha dejado a Pemex en la imposibilidad de gastar
apropiadamente en la localización y el desarrollo de campos petroleros en la
reconstitución razonable de reservas en nuevas refinerías o en impulsar a la
petroquímica.
11.- En México
se procura un economía de impuestos anormalmente bajos, en vez de una economía
de energéticos comparativamente baratos, procesos que afortunadamente o
desafortunadamente ya ha dejado de ser sostenible hasta tornarse crítico.
12.- El Maestro
David Ibarra en sus análisis y comentarios, indica: “No deseo identificar
culpables. En más de un sentido – puntualiza- casi todos lo somos al avalar una
distribución irracional de las rentas petroleras, defender el status quo. Los
empresarios para disfrutar de impuestos bajos, los gobiernos estatales para
recibir más de un cuarto de sus participaciones tributarias con origen
petrolero; los partidos políticos y el fisco federal para ahorrarse los costos
políticos de implantar reformas tributarias impopulares y los inversionistas
extranjeros por cuanto la crisis les abre las puertas para tomar más y más
funciones rentables antes reservadas al Estado. El eslabón débil ha resultado
ser Pemex y sus intentos por invertir y modernizarse.
13.- Ante lo
antes expuesto es conveniente considerar que el petróleo y la disponibilidad de
otros energéticos constituye la principal ventaja comparativa del país en su
inserción comercial y productiva con los mercados internacionales y, a la vez,
el eje de la seguridad nacional.
14.- Reconstruir
a Pemex y recobrar el papel del sector energético en el desarrollo supone
liberarlo de cerrojos macroeconómicos innecesarios. Lograr lo anterior
significa dotarle de autonomía empresarial de gestión, segregarlo del
presupuesto y de las restricciones nacionales e internacionales impuestas al
mismo, así como dar participación al Poder Legislativo en la designción de los
directores y miembros de sus órganos de gobierno. Significa cambiar también el
sistema impositivo actual, complicado, poco transparente, expoliatorio por un
régimen combinado del impuesto sobre la renta, de regalías y de distribución de
dividendos hasta donde alcancen las utilidades, sin comprometer el esfuerzo
primario de inversión.
15.- Criterios a
considerar en la Reforma Petrolera:
a)
Evitar que la desincorporación
parcial, hormiga, de funciones, siga creando conglomerados de actividades
privadas con funciones cada vez más estratégicas y rentables que, junto a
sangrar las finanzas de Pemex, dificulten imprimir orientaciones unitarias a
las políticas públicas.
b)
Abastecer al mercado nacional
por encima de las demandas del exterior que seguramente se intensificarán ante
el desajuste crónico entre requerimientos y disponibilidades universales de
hidrocarburos.
c)
Hacer renacer la capacidad
innovativa, de investigación de Pemex, como planteó Don Jesús Reyes Heroles al
fundar hace muchos años el Instuto Mexicano del Petróleo.
16.- Es
conveniente tener presente que los países petroleros procuran recuperar el
dominio sobre sus recursos, rompen alianzas con el exterior y hacen de la
industrialización de los hidrocarburos, palanca de su desarrollo. Arabia
Saudita impulsa un ambicioso programa de refinación y los países
latinoamericanos de Ecuador, Bolivia Venezuela, luchan por el control estatal
de sus recursos, mientras Brasil y Argentina revisan los contratos
participativos con empresas foráneas. Mientras que nuestro país parece entregar
su patrimonio, que también es nuestro.
Mérida
Yuc. Méx. A 07 de julio 2013
Jorge Luis Canché Escamilla
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