miércoles, 27 de marzo de 2013

Muere Anthony Lewis

BOSTON, Massachusetts, EU, 25 de marzo (AP/Reuters)).- Anthony Lewis, dos veces ganador del premio Pulitzer, murió el lunes al cabo de una trayectoria en la que defendió durante tres décadas las causas liberales. Tenía 85 años.
En sus 32 años como columnista de ese influyente medio, Lewis exaltó causas como la libertad de expresión, los derechos humanos y el derecho constitucional. ganó los Pulitzer siendo reportero del Washington Daily News y luego de The New York Times.
Lewis fue un defensor de la decencia, del estado de derecho y de la razón frente a la marea del integrismo religioso y el nacionalismo extremo. En sus columnas arremetió contra la Guerra de Vietnam, el escándalo del Watergate, el apartheid en Sudáfrica y la construcción de asentamientos israelíes en Gaza y Cisjordania.
Fuente periodico: Por Esto

sábado, 23 de marzo de 2013

Aguila o Sol



4 de agosto de 1996, Diario del Sureste

Águila o Sol

En México, desde hace mucho tiempo, las monedas, todas ellas, de cualquier denominación, llevan impresa en una cara el escudo nacional, es decir, un águila devorando una serpiente. Esta águila la hemos visto de frente, de tres cuartos, de perfil, con las alas totalmente extendidas o a medio extender, con una corona o sin ella.  Pero siempre devorando una serpiente, para rememorar de este modo el hito que señala el fin del peregrinar del pueblo Mexica y el consecuente asentamiento del mismo en el valle de la meseta central: Valle de México.

Hasta hace poco tiempo, en el lado contrario al águila, llevaban, con excepción de las monedas de 20 y 25 centavos, el rostro del algún personaje de la vida nacional, ya sea doña Josefa Ortiz de Domínguez o don José María Morelos y Pavón, don Miguel Hidalgo y Costilla o Cuauhtémoc, uno de los últimos reyes Aztecas.

Cuando tomamos las monedas para echar suertes, es común decir: “águila o sol”.  Pero, ¿porqué águila o sol?, bien podríamos decir “águila o cara” o “águila o número”, ya que actualmente de las diez denominaciones de nuestras monedas de circulación legal, siete de ellas llevan impreso el numeral de su valor abarcando todo un lado; dos de ellas mantienen el rostro de un héroe de la independencia: el cura Hidalgo en las monedas de veinte pesos y Morelos en las de cincuenta, una lleva un escudo azteca: la de diez pesos.

Entonces ¿de dónde salió el sol?  El sol nunca se ha impreso en nuestras monedas, lo que se ha plasmado son los rayos, aparentemente solares que surgen generalmente atrás de una figura que en muchas ocasiones a sido un gorro frigio, como en las monedas de 8 reales que circularon por los años de 1824 hasta finales de 1850, también los vimos en las monedas de $1.00 troqueladas en 1869 las que además de contar con los mencionados rayos y el gorro frigio tenían una balanza Ley. Estos rayos y gorro frigio se repiten en los “caballitos” de $1.00 de inicios del siglo XX (1914) y los “ferrocarriles” de 1950.

Pero volviendo a nuestro “águila o sol”; este dicho de suerte fue popularizado, porque durante un largo período de tiempo en el que nuestro país no sufría tantas inflaciones producto de la corrupción desmedida y políticas económicas inadecuadas, nuestra moneda, mantenía firme su valor y no era necesario hacer cambios frecuentes en su presentación.  A inicios de los años cuarentas del siglo XX, la moneda más popular por ser la de mayor utilización, la de veinte centavos de cobre, tenía como muchas de sus predecesoras unos rayos solares (no el sol). Sus características principales son:
1.      Es la más ornamentada de nuestra numismática. Circundando el borde de la cara tiene una cadena de unión que representa la hermandad de todos los mexicanos.
2.      Al calce tiene, en la parte central: el año de su emisión, al lado izquierdo unos cactus y al lado derecho unas tunas: plantas representativas del valle de México.
3.      En medio tiene la pirámide de Teotihuacan, que representa la grandeza y la cultura del pueblo Tolteca.
4.      Detrás de las pirámides se encuentran las montañas del Popocatépetl y del Iztazihualt (la mujer dormida) de grandes leyendas y misticismo en su derredor.
5.      En medio de los cerros, en la parte superior se encuentra el número de la denominación: 20cs. Y entre el dos y el cero un gorro frigio que lleva escrita la palabra LIBERTAD.
6.      Detrás del numeral emanan los rayos del sol que dan luz a toda la población libre, alcanzando hasta el último rincón de la patria.

El gorro frigio, tan repetido en nuestras monedas, era la toca utilizada por los
Frigios, pueblo del noreste de Asia Menor y fue adoptado por los franceses como emblema de libertad y a partir de allí fue tomado por muchas Repúblicas del mundo.  México toma ese emblema al instaurar la República y lo plasma en sus monedas para tener presente que el presidente, el primer mandatario, así como sus autoridades estatales, son nombrados por un pueblo republicano libre y soberano.

Ya el gorro frigio y los rayos solares que emanan detrás de él han sido borrados de nuestras monedas. El romanticismo republicano ha sido acallado por las fuerzas económicas imperialistas.  El federalismo fue avasallado por una figura presidencial muy fuerte, demasiado fuerte, que en muchas ocasiones calló ante los reclamos por los actos de corrupción e ineficiencia y en otras reprimió hasta la barbarie, baste recordar 2 de octubre de 1968, jueves de corpus 1971, Jenaro Vázquez o Lucio Cabañas.

Es necesario retomar el auténtico federalismo, alejarnos de las represiones y acercarnos al diálogo y la concordia. Hay que troquelar el gorro frigio. Actuar en pos de la libertad.  Debemos ir a la certeza y no jugar al “AGUILA O SOL”



Náser Badí Xacur Baeza

Que es ser liberal


QUE ES SER LIBERAL

Yo dije entonces, a mi contradictor antiliberal:

Para seguir discutiendo, es necesario que antes precisemos  que es ser liberal, yo reconozco que lo que ustedes combaten como liberalismo, que lo que ustedes pretenden destruir, y lo destruirán, tiene sus aspectos discutibles y algunos indefendibles. Pero son pecados de los fariseos del liberalismo y no de los verdaderos liberales. Lo importante de ser liberal es lo que no figura en sus anatemas. Ser liberal es, precisamente, estas dos cosas: Primero, estar dispuestos con el que piensa de otro modo; y segundo, no es admitir jamás que el fin justifica los medios, sino que, por el contrario, son los medios los que justifican el fin.
El liberalismo es, pues, una conducta y, por lo tanto, es mucho más que una política. Y como tal conducta no requiere profesiones de fe, sino ejercerla de un modo natural, sin exhibirla ni ostentarla.
Se debe ser liberal  sin darse cuenta, como se es limpio, o como por instinto, nos resistimos a mentir”.
Gregorio Marañón, 1946.-Historia de México, Tomo 8, Pág. 1728.- Salvat, Mexicana de Ediciones, S.A. de C.V. Impreso en México.-Coordinador General de toda la obra: Miguel León Portilla.-

jueves, 21 de marzo de 2013

La piedra



LA PIEDRA
Mano y piedra tiemblan unidas con fuerza, afianzándose la piedra a la mano, apretando la mano a la piedra. Cual si se conociesen.  La mujer mantiene el brazo en alto. Por encima de la cabeza.  Toda su energía se agolpa hacia arriba, hacia la piedra.
Dos historias se funden en ese momento, alimentándose, contagiándose de amor y odios.  Historias que resumen la vida a un instante; historias que se pierden entre tantas otras historias.
La historia de esta mujer es corta, es sencilla.  La historia de esta mujer no es extraordinaria, es similar a la de otras mujeres de su pueblo.  Ella tiene la querencia de un hombre humilde que es fiel a sus raíces y a sus costumbres.  Hombre que trabaja la milpa y le provee a ella, de bienes y cariños que hacen que su unión sea respetable.  El amor lo provee a raudales, porque es tierno y correspondido.  Los bienes que provee no son tantos; con dificultad los arranca de la poca y cansada tierra que le corresponde y completa el gasto arrendando la fuerza de su trabajo.  La mujer ayuda.  Con responsabilidad se entrega al hogar, acarrea agua desde el pozo, cocina, cuida a los niños y atiende a la vieja suegra.  Trae un tercio de leña cortado más allá del cabo del pueblo, lo carga en la espalda con ayuda del mecapal.  Lo deja caer cerca del fuego y cuando se limpia el sudor de la frente con el dorso de las callosas manos, mira a la abuela, quien fundiendo palabras y llanto le dice:
-¡Se lo llevaron niña, se lo llevaron!  No quiso firmar los papeles y se lo llevaron.  A golpes niña, a golpes. Del pelo lo jalaron.  Lo llevaron casi arrastrado.
De carrera, sin reparo alguno, sin siquiera alinearse los cabellos, se dirige a la comisaria.  Es tal su decisión que el guardia de la puerta le deja el paso franco.  No le pregunta: ¿A dónde vas? ¿Qué es lo que quieres? 
Adentro, en la oficina, en un rincón está su pareja entre sangre y orines arrancados a golpes, los ojos tumefactos sin acertar a abrirlos.  Un imperceptible gemido de dolor.  Es cuando ella toma la piedra de sobre el escritorio y la levanta por encima de su cabeza.  La mano tiembla por los impulsos recibidos a través de las fibras nerviosas que le llegan sin pasar por el cerebro, sin mengua alguna, sin ablandar para llegar a la cordura.  La razón está ausente, es el palpitante músculo que domina.  Es el corazón que no piensa, arrebata.
La voz clara, firme, fuerte: -¡Maldito! ¿Qué le hiciste?
El policía, pasmado, se sumerge en el sillón; de sus labios cae el arrugado cigarrillo sobre la sudada camisa, el hombre sólo tiene atención para la roca que tiembla en lo alto. Acá esta historia.
La historia de la piedra es otra, es larga. Esta piedra, fue parte de una laja grande y fue arrancada a golpe de hachuela cuando levantaban la albarrada de la casa de Francisca, otra mujer, otra historia.  La laja la traían de más lejos, y cayó del carretón que la llevaba hasta el convento franciscano que edificaban en aquel entonces, mismo que años más adelante quedó en el centro del pueblo.  Lo carreteros decidieron no subirla de nuevo por lo pesada que era y lo irregular del terreno que nos les permitía maniobrar tremenda losa.
El papá de Francisca, el hombre que hizo la albarrada, tenía la corpulencia y lo mal encarado de los yaquis y la mirada acuciosa de los mayas. Cuando el golpe de hachuela desprendió la piedra, ésta mostró la blancura de su interior que contrastaba con la parte exterior pintada de sol y tierra.  Tenía los filos propios de la brusca separación. El papá de Francisca la tuvo entre sus manos, la consideró muy grande para utilizarla como cuña y muy pequeña para que formara parte principal del cuerpo de la albarrada, la dejó pues, a manera de relleno cerca del portillo de la entrada.  De allá fue que en una ocasión la tomó el abuelo, sin verla. La escogió al puro tanteo, por el tamaño y los filos cortantes que le sintió.  El viejo,  de cepa Yaqui, avecindado por estas tierras desde muy joven de cuando las levas ordenadas antes de la revolución, levantó la piedra con movimientos lentos, sin ruido alguno.  Fija la mirada en la niña, en Francisca y la serpiente que se enroscaba cerca de ella.  Con  un rápido y brusco movimiento la avienta certero el golpe. La cabeza de la víbora casi se desprende del fuerte impacto.  Francisca fue levantada por su madre en medio de ahogados sollozos, ¡ainitas Dios mío, ainitas!  Decía con palabras entrecortadas mientras revisaba minuciosamente a su hija.  El padre se cercioraba de que la cascabel estuviese muerta. El abuelo, pasivo, tranquilo, sin prestar atención a los “huay” y a los “dios mío” provenientes del interior de la casa, recogió la piedra, inspeccionó la fría sangre en ella impregnada, la llevó al lugar de donde la había tomado y acomodándola de nuevo dijo: -esta piedra merece todos mis respetos.
Lluvias y vientos, muchas canículas le pasaron encima. Poca erosión para tan respetable piedra.  Ocasionalmente la levantaban para mostrar como el abuelo salvó a Francisca: -¡así la tomó, así la aventó, aquí la sangre de la serpiente! decían.  Con el transcurso de los años, a la piedra le llegó el olvido.
Una tarde despertó la piedra.  Tembló al contacto de una gota de sangre caliente, sangre de mujer vejada.  Era de la misma Francisca, quien siendo niña fuera salvada por el abuelos con ayuda de esta piedra, ya mujer adulta, por el empellón que recibiera cayó sobre ella golpeándose la frente.  Qué accidentado matrimonio el suyo, qué cambio de ser de la persona quien en su juventud jurara ante altares y manjares, ante testigos y mayores y ante los dioses, amarla y respetarla. Luego, el alcohol le nublaría la mente y le endurecería el corazón.  Muchos insultos y golpes.  Las lágrimas provocaron en Francisca más arrugas que el tiempo mismo.  Ella tardó en decidir. ¡Vamos con mi padre!, dijo a sus hijos.  Y tomándolos de las manos abandonó el hogar.  El marido le dio alcance a la entrada de la casa de su padre –tu no eres nadie para dejarme, -¡Yo soy quien te corre!- le grita ebrio de bebida y de rencores.  La toma del pelo y le da cuantos golpes puede, después, el empujón por la espalda, la caída y la frente golpeando contra la piedra, la misma piedra.  Francisca queda quieta unos instantes, cuando levanta la vista y mira a través del portillo, se da con los ojos llorosos de su padre. ¿Cómo podría este anciano defenderla? Pelo cano, los dientes crecidos de viejo y la espalda encorvada por el peso de los años, las penas y el rudo trabajo.  Francisca se avergüenza ante la vista de sus cansados padres. Baja la cabeza y ve la piedra teñida con sangre, con su propia sangre mezclándose con la antigua sangre de la serpiente y se cubre de rabia.  La toma con fuerza, se incorpora y sin soltarla golpea con ella la cara del hombre.  El impacto fue tremendo, cae el marido de espaldas con la boca y la nariz floreadas de rojo escarlata.  Francisca se le fue encima, la piedra aferrada a la mano, la mano sosteniendo la piedra. ¡Golpe tras golpe! Nadie la detuvo, nadie le dijo –para de pegar, ¡ya está muerto!-  En silencio la ayudaron a incorporarse cuando ella así lo quiso, en silencio le acompañaron cuando se dirigió a la jefatura. Entró sola donde el policía, -acabo de matar a mi marido con ésta- dijo a tiempo que asentaba la ensangrentada piedra sobre el escritorio.  Y allá queda la roca como prueba del delito, después como pisapapeles.  De un lado a otro sin salir del escritorio.
Por eso hoy,  tiembla la piedra.  Porque sabe que va a tomar sangre.  Conoce el calor distintivo de la mano que la empuja en busca del daño.  La forma en que se le toma. La presión que se le imprime.
Náser Badí Xacur Baeza

martes, 19 de marzo de 2013

Desayuno-Charla 24 Marzo de 2013



A todos los socios y simpatizantes de la Academia,  se les convoca a un Desayuno-Charla que se llevará a cabo el día 24 del presente mes de marzo (domingo).

Temas:            POLÍTICA Y ACTORES RELIGIOSOS EN YUCATAN.

Método:            A manera de presentación, dado que el tema surge del libro del mismo título que nos presentará su autor, nuestro amigo IVÁN FRANCO, quien nos brinda la primicia de su trabajo, ya que esta obra se terminó de imprimir el mes de febrero próximo pasado y esta es su primera exposición en público.

Acompañaran a Iván en la presentación, dos integrantes de la academia: Ing. Alfonso Pinto Boldo y el Dr. Gabriel Medina Hoil, también lo acompañará nuestro amigo, el Dr. Enrique Montalvo Ortega.

Toda vez hecha la presentación del documento,  se abrirá la participación para todos los asistentes conforme soliciten el uso de la palabra, y las intervenciones no deberán apartarse del tema en cuestión ni exceder de tres minutos.

Costo de recuperación:            $100.00 por persona.
Lugar:                                    Hotel Plaza Mirador (antes D’Champs) calle 70
Nº 541A x 67 col. Centro.
Día y fecha:                           Domingo 24 de Marzo de 2013

Horario:                                 El desayuno se empezará a servir a partir de las 8:15am y se iniciarán los trabajos a las 9:15am.



Nota: por cuestiones de organización es importante se inscriban con anticipación, ya sea personalmente,  por teléfono o por correo, y de ser posible nos hagan llegar el importe de su cuota de recuperación.


Responsable de esta invitación: Badí Xacur Baeza. Tel: 9991273281 correo: nbxacur@hotmail.com

FOTOGRAFIAS DEL EVENTO:


















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Desayuno de Reencuentro