martes, 28 de enero de 2014

“Resistencia indígena, movimientos sociales y asesinatos políticos en Yucatán, Una mirada en el largo plazo”



La Academia Liberal de Yucatán, en atención a la importancia de mantener en la conciencia colectiva los sucesos históricos relevantes que no se contemplan de manera generalizada y habitual entre la población, hechos históricos que pueden caer en el olvido o bien pueden ser tergiversados en detrimento de la memoria histórica de la ciudadanía, y que han sido demostraciones de poder e hitos relevantes en nuestro Estado, convoca a integrantes y simpatizantes a una Charla en Corto con:

IVÁN FRANCO CÁCERES

Quien nos presentará, durante nuestro tradicional desayuno de convivencia mensual, una reflexión a partir de un ensayo de su autoría intitulado: “Resistencia indígena, movimientos sociales y asesinatos políticos en Yucatán, Una mirada en el largo plazo”.

Tendremos oportunidad de platicar acerca de los sucesos en derredor a los asesinatos de: Jacinto Canek, Lucas de Gálvez, Carrillo Puerto, Ignacio Mena, Adalberto Sosa, Felipa Poot, Rogelio Chalé, y Efraín Calderón.


Día y fecha:                          Domingo, 2 de febrero de 2014
Cuota de recuperación:     $100.00 por persona.
Lugar:                                    Hotel Plaza Mirador (antes D’Champs) calle 70
Nº 541A x 67 col. Centro.
Horario:                                 El desayuno se empezará a servir a partir de las 8:15am y la charla iniciará a las 9:00am.




Por cuestiones de organización es importante se inscriban con anticipación a fin de que les podamos proporcionar una copia del ensayo mencionado.

Se pueden dirigir a Saúl Cortes, a Fidel Rodríguez o a Badí Xacur.



Responsable de esta invitación: Badí Xacur Baeza. Tel: 9991273281 correo electrónico: badixacur@gmail.com
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Articulo publicado en el periodico "Por Esto"




Destacan coalición criminal entre élites 
política y económica

El común denominador en los asesinatos de Canek, Lucas de Gálvez, Felipe Carrillo Puerto, 
Felipa Poot, Rogerio Chalé y Efraín Calderón Lara es que se llevaron a cabo por la coalición 
entre el poder político y el económico, expresó ayer el investigador del Centro INAH Yucatán, 
Iván Franco.
En reunión con miembros de la Academia Liberal de Yucatán, expuso un ensayo titulado 

“Resistencia indígena, movimientos sociales y asesinatos políticos en Yucatán. Una mirada en 
el largo plazo”, en el que hizo un recorrido histórico de los asesinatos de destacados 
personajes y las motivaciones para concretarlos.
Se preguntó acerca de la importancia de enfocar las coincidencias en el estudio de la resistencia

 indígena, los movimientos sociales y los crímenes de dirigentes cometidos por los poderes 
políticos y económicos de Yucatán de manera cíclica desde hace 250 años.
—Se puede sugerir que la violencia, aunque no se trata de cualquier forma de ésta, sino de 

eliminación física, es un método criminal ejercido para contrarrestar las rebeliones, 
movimientos y crecimiento de líderes sociales, externó.
En el texto señala que los operadores materiales de dichos crímenes estaban ligados a grupos 

económicos y políticos y por ello es que hay puntos comunes en los asesinatos de los 
personajes arriba citados.
—Todos fueron ejecutados en tanto líderes étnicos, democráticos y reformistas, quienes cubrieron 

un ciclo de luchas territoriales, agrarista, obrera y social contra la lógica oligárquica impuesta 
por la corona, como por el liberalismo, dijo.
Mencionó como otras coincidencias que las acciones de todos estos personajes amenazaban 

directa o indirectamente los intereses económicos, políticos y la cultura nobiliaria y señorial 
de las élites y oligarquías.
Estos hechos muestran el carácter del pacto que el Estado ha llevado a cabo con las élites 

dominantes y la forma en que han reaccionado al ascenso de proyectos sociales y liderazgos 
populares, reformistas y libertarios, que cuestionan las bases de los privilegios e intereses 
elitistas, concluyó.
(David Rico)
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Fotografias del Evento:



























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miércoles, 1 de enero de 2014

El desmantelamiento de la Constitución



El desmantelamiento de la Constitución
Arnaldo Córdova

Nunca será demasiado volver una y otra vez a señalar que la Constitución no es una norma como cualquier otra. De hecho, la Carta Magna no es una norma. Como lo enuncia su artículo 39, ella es un pacto, signado por los ciudadanos integrantes del pueblo; es el acuerdo popular para darse un régimen de gobierno, un ordenamiento democrático y un sistema de justicia decididos por los ciudadanos permanentemente. El objetivo es el bienestar y el beneficio del pueblo mismo y de todos los integrantes de la sociedad (la nación, como la denomina el artículo 27).
No es sólo un pacto fundador, en el tiempo, sino un pacto fundacional, permanente, que edifica el estado de derecho y sus instituciones y los renueva constantemente. El pacto es el escudo que permite y procura al pueblo la protección y la defensa de sus derechos frente a la opresión y el mal gobierno. El Estado aparece, por eso, decidido y conformado permanentemente por el pueblo. El sufragio es el elemento clave a través del cual se manifiesta la voluntad popular. Las instituciones sólo subsisten si respetan este principio fundador.
La Constitución es el pacto protector de las instituciones del pueblo y puede ser modificada en su letra y en su texto, pero no puede ser cambiada en sus institutos protectores, como la distinción que ella hace entre el pueblo de los ciudadanos y la nación de los mexicanos, el principio de la división de poderes, la definición del patrimonio nacional, el sistema de los derechos humanos y el sistema democrático de designación de los funcionarios y representantes del Estado. El eje de todo este conjunto institucional se da en el artículo 39.
Todos los mexicanos tienen la protección de su existencia y de sus derechos, precisamente, en el conjunto de esas instituciones populares y democráticas. Pero no sólo. La Constitución es, asimismo, un pacto protector de los derechos de los diferentes sectores que integran la sociedad mexicana. Cambiar los términos de ese entramado garantista y protector es cambiar el pacto mismo o dejarlo sin ninguna razón de ser. La Constitución garantiza la protección de los trabajadores y habitantes del campo a través de su articulo 27, que les otorga la posesión de la tierra y su disfrute. Independientemente de lo que pueda argüirse sobre el destino de la reforma agraria, ése es el sentido del pacto.
El poder del Estado está para servir a todos y no puede ejercerse para favorecer a unos cuantos o ponerse al servicio de grupos privados. La Constitución garantiza la existencia de los trabajadores asalariados que forman la inmensa mayoría de la población a través de las instituciones protectoras del artículo 123. Todos sabemos que ese artículo es de los menos observados en la vida cotidiana del país; pero sigue ahí, como base de la convivencia pacífica de las relaciones sociales y de la solución ordenada de los conflictos.
La Constitución se ha enriquecido con la inclusión en su articulado de disposiciones protectoras para los más diversos sectores de la sociedad, como nuestros pueblos originarios o las mujeres. Es un pacto de convivencia social que mira a hacer valederos los derechos de todos los individuos y los grupos sociales, así como a proporcionar a todos y al mismo Estado los instrumentos para definir esa convivencia y hacerla efectiva. La definición de la sociedad que ahora es pluriétnica y pluricultural lo dice todo en este respecto.
La reciente precisión introducida en el texto constitucional sobre su extensión protectora de las personas y de los individuos al establecer que el antiguo planteamiento de las garantías individuales no era limitativo, sino prescriptivo y que la protección de la vida, las posesiones y los intereses de todos los mexicanos y quienes se acogen a esa protección debe comprender todo el conjunto de los instrumentos internacionales que consagran los derechos humanos. Independientemente de que muchos piensen que hay una diferencia jerárquica entre nuestra Carta Magna y los tratados internacionales, esos tratados forman parte de nuestra institucionalidad constitucional.
Pues todo ese armazón de instituciones fundadoras y protectoras se está desmantelando y aboliendo por el conjunto de reformas anticonstitucionales que el gobierno de Peña Nieto ha hecho aprobar en el Congreso. Todas ellas han estado dirigidas a destruir el antiguo pacto de la nación mexicana. Sus instituciones fundamentales ya no serán las mismas. Y destaca el hecho esencial de que todos los principios de la convivencia social a los que daba lugar el pacto están siendo subvertidos para anular los derechos y las prerrogativas de los más amplios sectores de la población mexicana.
Ya no podremos hablar de un régimen popular y social de derechos y garantías, sino tan sólo de un nuevo régimen en el que se reinstituyen antiguos privilegios de grupos elitistas que ahora vienen a sustituir a las mayorías, a cuyos intereses servía el antiguo pacto. México deja de ser el país plurisectorial y pluriclasista que era antes, para volverse el nuevo país de los dueños de la riqueza y del poder. El pacto fundador del Estado mexicano del siglo XX está moribundo y será, en adelante, un factor de desestabilización social y de desequilibrios que nadie sabe en qué pueden parar.
La reforma laboral implica la abolición total del artículo 123 y todo su complejo sistema de convivencia de los llamados factores de la producción, los trabajadores y los empresarios. Los trabajadores han sido entregados, atados de pies y manos, a sus voraces explotadores y a éstos se les ha entregado el dominio pleno y particular del régimen de las relaciones laborales. Se prometieron más empleos y mejores salarios y, luego de un año, no hay nada de eso. La sobrexplotación de los trabajadores y su relegación económica están a la vista.
La reforma energética es la más desastrosa de todas. Ella significa la total anulación del régimen de propiedad de la nación sobre sus bienes primordiales, como el territorio, el subsuelo y los fondos marinos. Ya no hay una nación poseedora de un patrimonio propio. Sólo una entelequia que se quedará con algunas siglas sin ningún contenido real: Pemex, CFE. Sus antiguas riquezas que se buscaba preservar para todos los mexicanos ahora serán pasto de la avaricia y la sed de lucro de los privados, en especial trasnacionales. México como país soberano ha cesado de existir.
La Constitución está moribunda. El pacto social y político que encarnaba no existe ya. Lo que hoy tenemos es una oligarquía convertida en sistema dominante. Tenemos el gobierno de los ricos más ricos y el dominio absoluto del dinero con sus secuelas de corrupción, dilapidación y desperdicio que es propio de los regímenes plutocráticos. Enrique Peña Nieto es el sepulturero de la Constitución de 1917.
Me voy de vacaciones. Nos veremos aquí de nuevo en unas semanas.

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Desayuno de Reencuentro